Intercultural

25 años lustrando el caminar de la gente

Limpiar y lustrar calzado es la actividad a la que se dedica desde hace aproximadamente 25 años, Ángel Tarquino Parra Gutiérrez, un hombre sencillo, que con su honradez y generosidad se ha ganado el aprecio de la gente.

A sus 69 años de edad ejerce aún el oficio de betunero, en los bajos del edificio de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT EP), en la ciudad de Azogues.

Cepillos, frascos de tinta, betún, franelas, trapos y el sillón son sus principales herramientas que le permiten cumplir diariamente su labor a cabalidad, en la esquina de las calles Serrano y Bolívar, con vista al Parque del Trabajo.
Entablar un diálogo con este personaje es trasladarse al Azogues de antaño, conoce mucho de las costumbres que hacen de la capital del Cañar un lugar especial.

“Solo ladrón no he sido”, expresó de forma jocosa al ser consultado sobre su trayectoria. Detalló que fue salonero, portero del Teatro Municipal, tejía chompas en doña Leonor Fierro, e ingresó a aprender el oficio en una vulcanizadora, sin lograr estabilizarse.

Sus padres Arturo Parra (+) y María Hortensia Gutiérrez (+), eran nativos de la parroquia Javier Loyola (Chuquipata) y tejían el sombrero de paja toquilla, algo que él nunca aprendió. Es el tercero de entre cinco hermanos, tres varones y dos mujeres.

Su trajinar le motivó a optar por la betunería. Esto le ha dado para subsistir. “De esto como, pago el arriendo, de esto vivo a lo mejor gracias a Dios”, expresó mientas esperaba clientes, en una mañana soleada.

Rememoró que “cuando era guambra” recorría las calles con un cajón pequeño y donde encontraba clientes prestaba sus servicios, lo que cambió totalmente al ubicarse en su plataforma estática, a donde acuden los que le conocen.

Don Tarquino cobra 50 centavos de dólar por cada lustrada; según comentó, hay días de bonanza, pero también de carestía, como en todo.
Sus clientes en su mayoría son profesionales, no así los docentes y estudiantes cuando están en época de clases, por ello espera gozar de salud para atender a su clientela que de seguro aflorará con el inicio del año lectivo en los planteles de la Sierra.

Muy aparte de esta realidad, para el ciudadano la demanda ha disminuido de manera notable, tras el surgimiento del llamado Cherry, que es adquirido por la población para la limpieza de los zapatos en la comodidad del hogar.

Tarquino Parra reside en la actualidad en el sector de Uchupucún, en una casa de arriendo. Trabaja todos los días, de lunes a sábado, de 07:00 a 17:00, y los domingos de 07:00 a 13:00.

José Muñoz, nativo del cantón Cañar, radicado en Azogues por 44 años, lo prefiere para la limpieza de su calzado, tuvo la suerte de conocerlo hace unos 5 años. “No me he ido a otra parte, puede estar ocupado yo le espero; es un señor muy amigable, trabajador, digno de quererle”, enfatizó.

Don Tarquino contrajo matrimonio con María Etelvina Campoverde, oriunda de Cuenca, con quien procreó una hija: Nube del Rocío, casada, con tres niños. “Me casé ya viejito”, sostuvo, al decir que se considera un padre y abuelo amoroso. (I)

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