Intercultural

«Manymiel», confites que endulzan la vida

Dejó de ser empleado bancario para dedicarse de lleno a un emprendimiento propio, que en junio próximo cumplirá dos años de servicio a la colectividad azogueña.

La venta de coco, maní, tostado, nuez y almendras, confitados en miel, no era muy popular en Azogues, hasta que llegó “Manymiel”, de la mano de Iván Marcelo Cordero Pacurucu, de origen cuencano.

En la calle Simón Bolívar y Diez de Agosto, un agradable aroma llama la atención de los transeúntes que de a poco, con la invitación de una dama se acercan a disfrutar de lo que el local ofrece.

Muchos adquieren el producto para compartir con sus compañeros de oficina, en los recesos de clases, cuando van de regreso a casa tras salir del trabajo, e inclusive para enviar a sus familiares en el exterior.

Los precios son asequibles. Van desde 1 hasta 3 dólares, depende de lo que adquiera el cliente. También hay mixtos.

A Iván no le ha sido fácil emprender, pero con empeño ha superado una serie de obstáculos para consolidarse como microempresario.

Sin embargo, a sus 39 años considera que aún le queda mucho por recorrer. Abrir mercado en grandes ciudades como Guayaquil y Quito es su nuevo reto.

Comentó que su negocio tiene 10 años de funcionamiento en el austro del país. Empezó con la idea de un primo, que le propuso fuera su socio. Aceptó la propuesta y combinaba esta actividad mientras laboraba en Banco Pichincha.

Pero con el paso del tiempo optó por comprar el local, su familiar mudó para otra ciudad y él se salió del banco con la misión de emprender.

A raíz de ello mejoró la calidad del producto que es netamente artesanal, e impuso algunas fórmulas para que se diferencie de otros que se expenden en tiendas y supermercados.

Hoy en día el formato de Manymiel es “cocinado al instante”. La intención es ofrecerle al público algo fresco, al cien por ciento.

Iván cuenta con la calificación de la Junta Nacional de Defensa del Artesano, además del Ministerio de Industrias y Productividad (MIPRO).

Actualmente no le exigen certificados de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA), pero cuando le pedían, los mantenía.

Cumple también con las exigencias constructivas, en materiales de acero inoxidable 304, apto para comida. Los conos que maneja para servir el producto son de papel en fibra de caña, natural y libre de químicos. El personal que trabaja es calificado.

El joven empresario tuvo muchos tropiezos hasta consolidarse primero en la ciudad de Cuenca, en donde actualmente dispone de puntos de venta en centros comerciales y locales privados.

No obstante, su mirada apuntaba a la capital del Cañar, tenía clientes que le pedían venir con su negocio. Recuerda que en Azogues se le hizo muy difícil establecerse, pasaron casi dos meses para implementar su emprendimiento, los arriendos eran muy caros y no había locales disponibles.
Hasta que en junio de 2016 encontró el lugar, en donde aún se mantiene. Ahí la atención es de lunes a viernes, de 09:30 a 18:00. (I)

Botón volver arriba