A ocho de cada diez inmigrantes les cuesta llegar a fin de mes en España

Desde que estalló la crisis en España, en el hogar de los Dávila-Cedeño no se enciende la calefacción. El hijo del matrimonio ecuatoriano cena en un comedor social. La pareja se va a la cama con el estómago vacío. La escasa comida que consiguen es fruto de su diario trajinar por organizaciones como Cáritas. El sueldo del patriarca de la familia no llega a los 500 euros. Es un salario «en negro» porque hace tres años que perdió el empleo en el sector de la construcción. Su esposa terminó en el paro después de un accidente laboral. Pasaron de arrendar un piso a vivir hacinados en una habitación. Gastan lo mínimo. Y así sobreviven en el país europeo.
Su testimonio ilustra la radiografía del colectivo de extranjeros que arroja el informe «Los hogares inmigrantes en España 2014», elaborado por el Strategic & Research Center de EAE Business School. Según el estudio, ocho de cada 10 inmigrantes llegan con dificultad a fin de mes frente a los seis de cada 10 españoles.
El presupuesto de los extranjeros se redujo siete veces más en comparación con el de los ibéricos. En 2013, el gasto medio por hogar se situó en 27.097 euros, un 3,71% menos que en 2012 y un 10,23% menos que en 2009. En las familias cuyo sustentador principal es de nacionalidad española, el descenso fue del 10,28%, entre 2012 y 2013, situándose en los 27.757 anuales. Los hogares con un extranjero a la cabeza han ajustado más sus gastos: un 6,39%, entre 2012 y 2013, situándose en 21.473€ en el último año. Es decir, una familia inmigrante gastó un 22,7% menos que una española.
El estudio constata, además, un cambio de tendencia: los hogares españoles tienen ahora más miembros que los extranjeros (2,59 frente a 2,30). La reducción en los integrados por inmigrantes, entre 2012 y 2013, es de un 18,03%. La explicación a este fenómeno podría estar en el retorno de una parte de las familias al país de origen. Para la Asociación Rumiñahui es una práctica habitual. Su presidente, Vladimir Paspuel, explica cómo, día a día, llegan a la entidad «personas que se han visto obligadas a separarse de sus hijos porque no les alcanzaba el dinero para mantenerlos. En otros casos, regresa el marido o la mujer para ver cómo les va en Ecuador. Hay situaciones realmente dramáticas porque si aquí no podían mantener un hogar, al irse deben mantener dos».