Impulsa beatificación del padre Armando Fajardo

En 1973 se conformó un primer comité para apoyar la idea de la canonización del padre Fajardo que sirvió por varios años en Azogues.
La memoria de varios de los abuelos de Azogues todavía resguarda los relatos de quienes conocieron al reverendo padre Armando Fajardo (1871-1942), quien cumplió su misión pastoral en esta tierra y hoy, en honor a su entrega y sacrificio, la Iglesia de esta ciudad y un grupo de laicos, impulsan y pregonan su beatificación.
El Comité Pro beatificación tiene aproximadamente medio siglo de existencia, y se reactivó hace algunos años; sus integrantes son en su mayoría mujeres que tienen varias historias que compartir, una devoción que la divulgan con gran certeza, y oraciones para pedir al padre Fajardo que interceda ante Dios para alcanzar sus favores.
Algunas de las mujeres que integran el Comité ofrecieron una rueda de prensa, donde expusieron los méritos del padre Fajardo como siervo de Dios y dieron testimonios de las respuestas que obtienen quienes le evocan.
Maruja Sánchez comentó que sus padres le decían que el padrecito Fajardo es un santo, porque muchas personas contaban sus prodigios y su vida llena de limitaciones y sacrificios que le llevaban incluso a flagelarse y colocar cilicios en sus zapatos.
Roció Quinteros relató que su padre conoció al reverendo padre Fajardo y por eso ella asumió el compromiso de apoyar la causa de su beatificación. Resaltó la colaboración que el Comité ha recibido de los familiares del sacerdote en mención, quien sirvió en Azogues hasta el día de su muerte, lugar donde están sus restos mortales, y según el derecho Canónico, es donde se debe iniciar la causa de su beatificación.
Inés Bravo es otra de las integrantes del Comité Pro beatificación, quien también recuerda lo que le contó su padre: “era muy pobre, sencillo, amable, cariñoso y sobretodo muy católico…Era un santo”.
Maura Beltrán dijo que su madre que era huérfana, recibió apoyo del padre Fajardo, quien le habría presagiado que sería muy feliz, como así habría ocurrido. “Su ropa era muy sencilla, se azotaba frecuentemente, se ponía tachuelas en los zapatos. Cuando falleció la gente se llevó pedazos de su hábito, incluso algunos todavía los conservan”, comenta.
“Señor en tu presencia sin fuerzas para nada, perdido los alientos marchita la esperanza, a refugiarse llega ave de paso el alma, pues sabe que tú no olvidas, pues sabe que tú le amas…”, es la plegaria que repite Maura Beltrán y todos quienes le piden algún favor al reverendo padre Fajardo.
Nube Machado agradece a Dios porque sus padres fueron los primeros en impulsar esta causa de llevar a los altares a un sacerdote humilde. Alva Vázquez también da testimonio de la humildad del sacerdote, a quien le prodiga una gran devoción.
En la Curia de Azogues, o en el Consultorio Odontológico de Nelly Sacoto, los ciudadanos que tengan testimonios de la intersección del padre Fajardo para conseguir algún prodigio divino, pueden llenar los formularios que se encuentran disponibles. Estos testimonios apoyaran la causa que inició en 1973 y que ha sido impulsada por obispos de la Diócesis de Azogues y conocida por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
El reverendo padre Armando Fajardo nació en Cuenca el 22 de octubre de 1871; fue ordenado sacerdote en noviembre de 1894; profesor en el Seminario Menor de Cuenca; Coadjutor en Azogues, Párroco de Pindilig, Coadjutor en Cañar, Capellán de la Providencia; falleció el 24 de julio de 1942. Según narra la historia: el pueblo de Azogues se agolpó para llorar la muerte de su santo sacerdote. (I)