
Como cada año, miles de feligreses recorrieron varias de las calles de Azogues acompañando a la imagen sagrada de la Virgen de la Nube, en una de las más importantes manifestaciones de religiosidad popular del Ecuador.
Cada 1 de enero la devoción a la Virgen de la Nube es evidente, sus devotos llegan desde diferentes sectores del país para pedir su cariño maternal y su intersección para conseguir la bendición de Dios al iniciar un nuevo año.
A las 10:00, inició la celebración eucarística en el patio de la Unidad Educativa San Diego de Alcalá, a donde previamente fue trasladada desde el santuario la representación de la Virgen María, patrona de los azogueños, conocida también como “La madre del ecuatoriano ausente”.
La misa estuvo presidida por monseñor Walter Heras Segarra, de la Vicaría de Zamora. En la homilía se destacó la celebración del Año de la Misericordia, se pidió a los presentes practicar las 14 obras de misericordia, entre las que se destacan actos de solidaridad con los pobres y humildes, como dar de comer al hambriento, dar posada al peregrino y vestir al desnudo.
Los fieles llenaron el patio del plantel educativo donde se desarrolló la eucaristía, otros ocuparon las escalinatas que llevan al templo franciscano. Familias enteras se congregaron para asistir a la misa del primer día del año.
Manuel Bravo, de la parroquia Llacao, del cantón Cuenca, dice que viene cada año con su familia, porque profesa una gran devoción a la Virgen. Ayer vino a agradecerle por la salud y la vida. Sandro Llivisaca es también de la provincia del Azuay, comenta que viene movido por la fe a pedir por la salud de sus padres.
“La fe sigue viva”, dijo Fernando Beltrán, locutor de radio Santa María, quien señaló sentirse honrado de haber vivido, este día, directamente en las calles de la ciudad, donde se muestra la fe de la gente.
La misa y la procesión fueron retrasmitas por varias radios locales, al igual que por internet, a través del cual se llegó a los ecuatorianos que radican en otros sectores del mundo.
Mientras se desarrollaba la misa campal, en el interior de la basílica se ofrecían misas cada hora con la presencia masiva de fieles. Al interior del convento la gente hacía largas filas para recibir el sacramento de la confesión. Las madres clarisas instalaron un puesto para vender comida típica, a pocos pasos estaba un espacio destinado para la venta de estampas, rosarios y otros artículos religiosos.
Cerca de las 12:00 terminó la misa campal y, entre cánticos, vivas y aplausos inició la multitudinaria procesión, a la cabeza estuvieron los coros de la Virgen, portando estandartes como distintivo.
Avanzaron por la avenida de La Virgen, tomaron la calle Emilio Abad, la Tres de Noviembre, calle Simón Bolívar, Diez de Agosto, por el coliseo de deportes recibieron a la Virgen con mariachis.
Llegaron a la avenida 24 de Mayo, calle Azuay, vía Oriente, y de ahí hasta el santuario Franciscano. Altares con flores, arcos hechos de globos blancos y celestes, engalanaron varias viviendas ubicadas en el trayecto que recorrió la procesión.
Cuando terminó el recorrido, a las 14:50, en el templo de San Francisco, el ministro provincial de los franciscanos en el Ecuador, dio un mensaje y previo a la bendición se escuchó el Himno Nacional en lengua quichua.
Decenas de comerciantes recorrían la ciudad a pie ofreciendo todo tipo de artículos, desde sombreros, paraguas y gafas para el sol, hasta juguetes y helados.
En algunos portales, principalmente de las calles aledañas al templo, estuvieron quienes ofrecían comida, sobresalía el dorado de los asados que se exhibían, como el hornado, el cuy y el pollo.
No faltaron los comerciantes. Viviana Sánchez, de la Asociación Evangélica “Israelita del Nuevo Pacto Universal”, vestida con una túnica y velo en su cabeza, ofrecía crema de manzana, algarrobina, polen y maca, “bueno para la anemia y dolor de cabeza”.
José Uzhca, un vendedor de gafas, dijo que viene cada año desde Riobamba. “La Virgencita es muy milagrosa, venimos por fe y trabajo”, expresó. (I)