
El parque central de la parroquia San Miguel de Porotos del cantón Azogues se transformó en una galería donde los últimos alfareros que viven en esa tierra, en la comunidad de Jatumpamba, expusieron los frutos del laborioso trabajo de moldear el barro.
Ollas, cántaros, shilas, tiestos y vasijas de diferentes tamaños, algunas recién elaboradas y otras que datan de hace dos siglos, se exhibieron en el centro parroquial, hasta donde concurrió gran cantidad de público que no perdió la oportunidad de fotografiarse junto a las tinajas de grandes proporciones que participaron por el premio a la más grande y antigua.
Justina Calle, de 76 años y Ester Calle, de 80 años, se llevaron el premio, por ser las herederas de una tinaja que en su familia ha pasado de generación en generación.
Según relataron, esa vasija la heredó su bisabuelo, luego su abuelo y consecuentemente su padre Gonzalo Calle. Ahora son ellas las dueñas de esa reliquia que tendría aproximadamente unos 200 años.
Justina Calle recuerda que esa tinaja la utilizaban para guardar cebada y otros granos. Para sacarla a la exhibición se requirió de la fuerza de cinco personas para levantarla, cuidadosamente, y subirla al vehículo que la trasladó hasta el parque central.
María Pérez, de 68 años, comenta que desde los 16 años se dedica a la alfarería, actividad que la asimiló de su madre. Ella participó en la feria y también en el concurso, donde un jurado calificador la seleccionó como la ganadora del premio al “Mejor Cántaro”
“Cuando se trabaja hay para comer; se carga la leña y la tierra. Se hace unas 30 a la semana y se vende a 2, 3 y 4 dólares las ollas pequeñas y a 10 dólares las grandes”, relata María Angeles Pérez, de 65 años.
Josefina Pérez, ganó el premio por el mejor cántaro; Margarita Fernández, por la mejor shila; Francisco Inga obtuvo el premio por su diseño innovador; y Margarita Simbaña, por la mejor tiquimanga.
Cocinar en ollas de barro
En la feria de alfarería también hubo comida típica como el caldo de gallina runa, las papas con pepa de zambo, los tamales y la menestra, preparadas en ollas de barro y en fogones de leña.
Gladis Peralta ofrecía a los asistentes chicha de jora que la extraía de unas tinajas de barro. “Sale más rica, sale más sabrosa. Nosotros mantenemos la tradición de hacer fermentar la chicha en las ollas de barro”, indica.