Un azogueño que da lustre a la poesía ecuatoriana

Rodrigo Pesántez Rodas (1937), ensayista, crítico literario, poeta y catedrático universitario, premio internacional “José Vasconcelos”, en México (1996), nativo de Azogues y radicado en Guayaquil, vino a su tierra natal para la Feria Nacional del Libro que por primera vez se desarrolló en esta ciudad.
A sus 77 años está jubilado, pero este estado no es más que teoría en su vida, porque mantiene contactos nacionales e internacionales a través del Frente de Afirmación Hispanista de México, organización por la que concurre, cada año, como invitado a dictar conferencias en diferentes países. Su trayectoria intelectual y contribución a la difusión de la cultura del Ecuador hicieron que la Academia Nobel de Literatura de Suecia le invitará a nominar a dos escritores latinoamericanos para el Premio Nobel de Literatura del 2012. El poeta expresó su deseo de donar su biblioteca al Municipio de Azogues, para que su palabra viva sea conocida por las presentes y futuras generaciones…
¿Qué le inspira a volver a su tierra?
Como dice la canción, todos vuelven a la tierra en la que nacieron. Para mi es el reencuentro con mi niñez y el recuerdo que es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados. Aquí están mis raíces, mis primeras semillas de mi vocación literaria y esos recuerdos infantiles que forman la personalidad del individuo y que han ido creciendo y alimentándose con el tiempo y la distancia. Felices los encuentros, esta es la tierra mía, aquí están los brazos vivos y los brazos muertos.
Guayaquil le acogió como a un hijo
Guayaquil es mi segunda cuna. Algunos periodistas cuando hablan de mí, dicen: Rodrigo Pesántez, azogueño-guayaquileño. Guayaquil no solamente me abrió los brazos, me abrió las puertas de un futuro dentro de mi vida literaria y profesional. En Guayaquil obtuve mi doctorado y en 1962 el primer premio nacional “Ismael Pérez Pazmiño”, entre 500 poetas ecuatorianos.
¿En su vida cabe la frase “Nadie es profeta en su tierra”?
Pienso que sí. Hay muchos valores que tiene Azogues y que no han podido alzar más el vuelo porque a veces la comarca nos restringe el espacio. Hay siempre los prejuicios, las pequeñas envidias, las pequeñas pasiones. Cuando el horizonte es más amplio uno tiene más espacio para volar.
¿Qué nos puede decir de la evolución de su lenguaje literario?
Hernán Rodríguez Castelo, uno de los más grandes críticos de literatura, dice: en toda la poesía de Rodrigo Pesántez hay un trasfondo. Es decir están presentes mis campos nativos, el trino de los pájaros al amanecer, las alboradas en el Abuga, los ocasos en el Cojitambo. Todo ese paisaje que nutrió mi niñez está presente en mi poesía. Así los temas sean sociales, de amor, irónicos, sarcásticos, siempre tienen un trasfondo vivencial que es de mi tierra.
¿Qué aspectos marcaron su evolución?
Me hizo bien mis viajes a los Estados Unidos y a Europa, donde con 26 años ya dictaba conferencias sobre poesía ecuatoriana en universidades de España. El ejemplo de mis padres: mi madre fue maestra y cuando abrí los ojos encontré en su alma el primer abecedario del amor. Mi padre fue periodista, entonces tuve a la mano, el libro, las letras, las ideas, y con eso se fueron conjugando mis primeros silabarios. La lectura fue creciendo y creciendo tanto en mí, que a mis 26 años no tenía ningún prejuicio, ninguna vergüenza de enfrentarme a un público.
¿Cuál es su visión de la poesía ecuatoriana?
La poesía ecuatoriana está al tono con los adelantos de la lingüística, pero la poesía no cambia, lo que cambia son los lenguajes dentro de la poesía; sin embargo, los escritores, los poetas, que hemos pasado ya el umbral de los 70 años, sentimos mucha ternura y nostalgia por la poesía de los años pasados, donde la pasión, el sentimiento y el espíritu eran la conjunción del arte en la palabra. Hoy, debido a las técnicas informáticas, también han cambiado los lenguajes y la poesía en particular.
¿Hay deformación del lenguaje literario?
Por la mecanización, la parte de la informática está ingresando peligrosamente en la parte espiritual del ser humano. Ahora el niño y el joven muy poco admiran un cuadro de pintura o leen un libro de poesía. La televisión está distorsionando la realidad. El artista crea otra realidad, no copia la realidad, copia una realidad íntima y eso está deformando y haciendo que la juventud tome la parte superficial y no el fondo del arte que es el espíritu en su función connotativa.
¿Cuál considera que es el aporte de los escritores azogueños?
Hay novedades. Todo libro tiene su valor intrínseco porque es fruto de la emotividad, fruto de la pasión, fruto del amor; pero hay libros que trascienden por su temática, su contenido y su estilo.
¿Cómo hacer a nuestros escritores trascendentes?
Si tenemos que citar ejemplos, en Azogues tenemos dos nombres de escritores que se adelantaron a la Escuela Modernista en el Ecuador: Aurelio Bayas Argudo que fue una figura política de primera y escribió y fue fundador de la revista Lapislázuli y Aurelio Falconí Zamora, que nació en Cojitambo, escribió la revista Relieves. Estas dos revistas inauguran el Modernismo en la literatura ecuatoriana.
¿Qué nombres de los autores de hoy puede citar?
No estoy al tanto de todos ellos, pero de lo que conozco, el de Marco Robles López, un gran historiador e investigador, un hombre que tiene una visión amplia de los fenómenos sociopolíticos y económicos y que ha logrado dar en sus textos no solamente una visión nacional, sino universal.
¿La trascendencia de los autores azogueños depende de situaciones coyunturales?
Yo pienso que la Casa de la Cultura en Azogues ha hecho poco, por ejemplo, tenemos a un gran poeta a nivel continental, Augusto Sacoto Arias, que es el único poeta que consta en la Antología de la Poesía Hispanoamericana y Española. Es azogueño, pero la Casa de la Cultura no le publicó ni un solo libro. Para que este autor no quedará en el anonimato; un escritor que ya falleció, Filoteo Samaniego, publicó en Quito sus obras completas ¿Qué ha hecho la Casa de la Cultura en Azogues, no ha hecho absolutamente nada? Ha publicado libros que no han trascendido.
¿Qué sugiere?
Los contactos y las interrelaciones entre las instituciones culturales a nivel local y nacional. Falta visión de conjunto. Hay que poner en el escritorio nuestros temas trascendentales locales para que trasciendan a nivel nacional e internacional.