

En el Convento Franciscano en Azogues, desde hoy hasta el martes, se desarrolla la exposición de imágenes, mantos, andas y fotografías de la Virgen de la Nube.
En la casa abierta se expondrán varios objetos y prendas que han sido utilizados por la sagrada imagen de la Virgen de la Nube y que fueron donados por los devotos en agradecimiento por los favores recibidos.
El 30 de mayo se ofrecerá la tradicional “Serenata Mariana”, después de la misa de las 19:00.
El 31 de mayo, se desarrollará la santa misa en los patios de la Unidad Educativa San Diego de Alcalá, a las 18:00, la celebración litúrgica la presidirá el Vicario Provincial de los Franciscanos, Fray Fernando Pozo, y luego la procesión por las principales calles de la ciudad de Azogues.
Fray Milton Remache, encargado de coordinar las actividades del mes de mayo destacó la participación de la Asociación de Caballeros y Damas de la Virgen, Asociación de Coros, Catequistas, Tercera Orden Franciscana Seglar, y de todos los fieles católicos.
Visitas
En estos días, varios fieles visitan el santuario de la Virgen de la Nube, dicen que vienen a reconciliarse con Dios a través de la confesión. En un altar junto al templo hay una imagen de la Virgen que recibe a los feligreses, ahí se puede colocar velas y recoger agua bendita.
La devoción a la Virgen de la Nube se ha extendido por todo el país y en diferentes países del mundo donde hay emigrantes ecuatorianos. Su historia está en libros y ahora en internet, donde se relata sus prodigios.
Entre las manifestaciones portentosas de la Santísima Virgen, en América, pocas hay tan auténticas, hermosas y significativas como la de Nuestra Señora de la Nube, ocurrida en Quito el 30 de Diciembre de 1696.
En la página www.azogueños.com se detalla el gran número de milagros especialmente curaciones súbitas de enfermedades desesperadas, que la Divina Madre se ha dignado realizar en favor de quienes imploran su poderoso auxilio bajo aquella tan poética y bella advocación.
Otras dos circunstancias igualmente hermosas y dignas de atenta consideración han contribuido también a realzar grandemente esta advocación preciosa, y son: primero, que ella está relacionada con otras de la más remotas antigüedades y alta nombradía en la iglesia, y segundo, que esta manifestación portentosa de la Virgen Santísima en el Ecuador es como la reproducción de una grandiosa escena bíblica que es tenida, en el Viejo Testamento, como tino de los tipos más claros y expresivos de la Virgen Madre.
En el cielo de Quito
A fines de 1696, hallándose gravemente enfermo en Quito el obispo, Don Sancho de Andrade y Figueroa, los médicos ordenaron que el Prelado recibiese los santos sacramentos, como efectivamente lo hizo el viernes 28 de diciembre de ese año. Los habitantes de Quito, profundamente consternados por la enfermedad de su Pastor, resolvieron entonces acudir a la oración. Era muy afamada la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que se veneraba en el Santuario de Guápulo.
Al día siguiente en que el Obispo recibió los postreros sacramentos, esto es el 29 de diciembre, fue trasladada la venerada Efigie desde su Santuario de Guápulo hasta la Iglesia Catedral, entre numerosos fieles que con lágrimas y gemidos pedían a la Santísima Virgen la salud de su Prelado.
El Canónigo Doctoral y Vicario General de la Diócesis, Pedro de Zumárraga, dispuso con igual fin, se celebrase en la catedral una piadosa rogativa que incluía rezar solemnemente el Rosario y realizar una procesión.
El domingo 30 de Diciembre de 1.696, tanto por razón de la rogativa como de la costumbre últimamente indicada, salió por la tarde, de la catedral, la procesión del Santo Rosario, a la cual concurrió multitud extraordinaria de personas, y entre ellas varias de las más distinguidas de la cuidad.
Serían entre todos como quinientas personas que iban cantando las preces del Rosario, con tono pausado y grave, con el fervor que puede suponerse, dado el grande empeño de conseguir la salud del Obispo, que se hallaba a los últimos momentos de la vida.
Eran las cuatro y tres cuartos de la tarde cuando la procesión atravesaba la plaza de San Francisco; gran parte del piadoso concurso había desembocado ya por la calle que va hacia el templo de Santa Clara, cuando se hizo señal con la campanilla para que se arrodillasen a cantar el Gloria Patri. Haciéndolo así todos.
El sacerdote José de Ulloa y la Cadena Capellán del monasterio de la Limpia Concepción la Real de Quito, dirigiendo su vista hacia el oriente, divisó en la región media del aire, una visión maravillosa; lleno de intenso júbilo principió entonces a clamar “¡La Virgen, la Virgen” señalando con la mano el punto del cielo donde se ostentaba aquel magnífico prodigio.
Todos los concurrentes contemplaron estupefactos que flotaba en el aire una colosal imagen, muy perfecta de la Virgen Santísima, formada de una blanca y transparente nube, nevaba corona en la cabeza, en la mano derecha un ramo de azucenas a manera de cetro, y con la izquierda sostenía al Niño Jesús, hacia quien tenía dulcemente inclinado el rostro.
Terminada la procesión, las personas principales que habían intervenido en ella acudieron inmediatamente, en ese mismo día, al Vicario General de la Diócesis, a darle cuenta de lo ocurrido. El portento de la Nube fue confirmado por la curación inesperada y rápida del Obispo Andrade y Figueroa; que desde el momento preciso de la aparición comenzó a mejorarse de su enfermedad, tan felizmente que en pocos días quedó del todo sano, y vivió seis años más sin novedad alguna en su salud, hasta que falleció el día 2 de mayo de 1702.
El 24 de octubre de 1965, la comunidad de los Reverendos Padres Franciscanos de Azogues por Intermedio de Monseñor Dr. Manuel de Jesús Serrano Abad, Arzobispo de Cuenca, consiguió de su Santidad Paulo VI el Decreto de Canonización de la Santísima Virgen de la Nube.
El 1 de Enero de 1967, fecha indeleble en la historia comarcana, el Reverendo Arzobispo de la capital azuaya en forma apoteósica y solemne Coronó Canónicamente a la imagen de Nuestra Señora de la Nube y a la de Niño Jesús (que lleva en sus brazos). (I)