Alfredo Pinguil médico y alcalde

Con 43 años de edad, médico de profesión, Alfredo Pinguil es el primer alcalde indígena de El Tambo, en los 26 años de vida de este cantón. Trabajar desde la interculturalidad es la estrategia de su administración.
Es la primera vez que El Tambo tiene un alcalde indígena. Alfredo Pinguil rompió con el sistema de elegir alcaldes mestizos. En el 2014, el médico de la nacionalidad cañari, resultó electo para administrar el GAD Municipal. Para Alfredo llegar al curul fue un reto y una necesidad.
La historia de Pinguil tiene varios pasajes, esos que se dan en su comunidad con su gente; y los que le planteó y le plantea la existencia en la convivencia con el mundo mestizo. Alfredo nació en la comunidad de Sunicorral, allí vivió y creció hasta los quince años de edad.
El primer encuentro con otro mundo
La escuela fue el primer encuentro con una sociedad más diversa y con una cultura que encerraba un sincretismo entre el mundo andino y el mundo mestizo. Es en esa escuela, la Doce de Octubre, donde descubre el español, pues hasta los seis años hablaba su lengua oficial el kichwa, por decirlo así, era la lengua de sus abuelos, de sus padres, de su clan.
“Cuando llegué a primer grado no sabía hablar español, eso fue encontrar un mundo nuevo; pero agradezco a los hermanos hispanos que siempre me han apoyado. Terminé la escuela aquí, por dos años me fui a estudiar en un colegio en Quilloac y luego me tocó estudiar en el colegio Bilingüe Interamericano, de tercero a sexto curso, en Cuenca. Tenía muchos compañeros cuencanos, algunos residentes en Estados Unidos que llegaban a estudiar allí”, ese es el testimonio de su vida de adolescente, de colegial.
Ser médico respondió a dos cosas: primero, hizo realidad el sueño de su padre tener un hijo médico; y segundo, la vocación de sanar el dolor no sólo físico, pues ser médico implica entender y adentrarse en el dolor espiritual de los pacientes.
El llegar al mundo de la medicina representó para el futuro galeno otro encuentro de dos mundos. El primer universo era el de la medicina ancestral, un espacio donde se desenvolvió de chico, cuando algunos de sus dolores eran sanados con plantas, con aguas naturales; con el soplo del abuelo, del yachay, del sabio.
El testimonio de esa vivencia de Alfredo es rico: “De niños nosotros nos hemos curado con las plantas, con las aguas, nuestros abuelos hacían la limpias, lo que es el soplo y utilizaban todas las medicinas basados en las plantas que tenían sus huertos”.
Y el segundo universo fue el del mundo occidental, la medicina científica, de la investigación constante en favor de la vida. “Mi padre decía tú tienes que ser médico, quiero que estudies eso en la universidad. Me gradué de químico biólogo en el colegio. Estudie en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cuenca. Desde el primer año me gustó mucho, fui uno de los mejores estudiantes de la promoción 1992 a 1997”, testimonia el ahora alcalde.
Su mundo de médico
Alfredo tiene 43 años. El es un hombre cañari. Su vestimenta es la de su gente, de su entorno cultural y social. Pantalón negro, camisa, cuzhma o poncho negro con franjas multicolores y sombrero de lana. Cuando es médico igual luce su atuendo y mandil blanco. Cuando es alcalde mantiene su originalidad.
“La gente me conocía como el primer médico indígena”, ese es uno de los recuerdos y experiencias que le dejaron los inicios de su ejercicio laboral de galeno.
Hablar kichwa fluidamente es como el cordón umbilical que le mantiene unido a sus raíces, a la pachamama, a la gente. Cuatro años de residente en el Hospital de Cañar fueron cuatro años de acercamiento a los pobladores de las comunidades, a conocer sus necesidades, sus aspiraciones, sus inquietudes en torno al tema de la salud.
Evangélico, convencido de los principios que le inculcaron sus padres cuando niño y joven -sobre todo agradecido con su madre Flor María Dután, que es de Ingapirca, porque ella le incentivó a mantener la lengua y la cultura que caracteriza a los pueblos cañaris- así es Alfredo, el médico-alcalde, que antes de estar al frente de la administración municipal creó el centro médico Israel, un espacio de salud para la gente, sin distinción de raza, religión, pensamiento o ideología política.
Flor siempre le recordó sus orígenes. Ella es una mujer que para enseñar a sus hijos aludía al ejemplo de sus padres, abuelos y bisabuelos que siempre fueron indígenas, tenían su cabello largo y por ende sus vástagos debían seguir con esa identidad. Por eso, fiel a esas enseñanzas, Alfredo nunca se cortó el pelo y siempre se identificó como cañari.
“En nuestro centro no tenemos medicina andina, respeto y tengo un aprecio por la medicina andina pero por respetar las normas de la salud pública no hemos puesto un consultorio médico andino a lado de un consultorio médico. Apoyo en las comunidades que hacen medicina natural para que sigan con la forma de curar a la gente”, ese es el pensamiento del alcalde.
Ser médico es una de las cosas que más oportunidades de vida y de servicio le presenta la vida a Pinguil. Él es un hombre que no se resiste de contar las posibilidades de quedarse en Cuenca para ejercer su profesión, más decidió regresar a su tierra para ayudar a su gente.
Las tres directrices de vida
Para vivir no hay manuales ni recetas, más Alfredo desde su identidad andina y lo que conoce del pensamiento occidental por su relación con el mundo mestizo, estima que la existencia se basa en tres directrices. “Creo mucho en Dios, tengo una fe grande y creo que la persona debe tener tres directrices: la primera, una vida sin Dios es una vida sin propósito; segundo, es importante tener una identidad cultural, porque nos identificamos al ser parte de un grupo; y tercero, la familia, como la base. Por eso he pensado que hay que curar de forma integral a la persona, no sólo el dolor espiritual o humano, sino también los problemas sociales”.
La interculturalidad
Manejar los principios de la interculturalidad es uno de los aspectos que como alcalde lo ejecutó desde el primer día de alcalde de El Tambo. Esa interculturalidad se manifiesta en las acciones diarias que cumple el personal que labora en la institución, donde se encuentran directores y jefes departamentales mestizos e indígenas.
Así mismo las obras de otorgamiento de servicios básicos que se ejecutan en las comunidades se apoyan de expresiones culturales, como la danza, la música, la gastronomía y la ritualidad. Estas estrategias de administración y visión responden a uno de los principios de la cosmovisión cañari: “servir a la gente”.
La vida de Alfredo se caracterizó por sus encuentros y convivencias entre culturas. Culminó los estudios secundario en el colegio Bilingüe Interamericano de Cuenca. No podía ser indiferente al miedo. Cuando llegó por primera vez a este centro, el temor se apoderaba del cuerpo; al rato desapareció, si algo caracterizó a ese entonces adolescente fue lo sociable y amigable. Ese fue el as bajo la manga que le hizo un hombre de lucha y trabajo.
En ese tiempo, Pinguil era el único indígena de pelo largo que estudiaba en el Bilingüe. No era el único indígena entre los alumnos, Habían jóvenes de otras nacionalidades que ya se cortaron el pelo, abandonaron una parte de su esencia. “El hecho de tener identidad eso para mi fue una ventaja”, cuenta con sano orgullo el hoy alcalde que gusta de la música, por ende toca guitarra y que en sus tiempos de universitario hacía dúo con su colega Marilú Bravo en el acordeón.
¿Cómo nació la idea de ser alcalde?
“Yo he tratado el dolor humano, he curado a la gente pero eso no es suficiente; entonces en mi nació otra idea y me dije: por más que cure a la gente hay problemas de orden social que prevalecen, entonces dije tengo que llegar a la alcaldía y eso influyó en mí. Siempre fui partícipe de la comunidad, de la organización y estuve vinculado con temas de las luchas y con el movimiento Pachacutik, siempre he estado identificado con el movimiento”.
El andar en el mundo de la acción y participación política de parte del hoy alcalde inició en el 2009, cuando recibió por primera vez la propuesta para llegar al curul, propuesta denegada por que sus hijos estaban pequeños y sentía que le faltaba preparación. En el 2014 no dudó en ser parte del proyecto político de su movimiento y planteó que para sacar un candidato de consenso era necesario elecciones primarias.
Por apoyo de la mayoría su candidatura maduraba, fue aceptada y su estrategia de campaña fue conciliar las aspiraciones de las comunidades mestizas y las comunidades indígenas. “Siempre he convivido con los mestizos, desde los 15 años por el hecho de vivir y estudiar en Cuenca, de trabajar en un hospital, eso me dio la oportunidad de conocer a los hispanos. Nosotros también hemos estudiado, nos hemos preparado, estamos en esta instancia pública y tenemos que vivir de frente no de espaldas” dice. (I)