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Esfuerzo por preservar la vestimenta cañarí

Flor Quito costureraEn los cantones Cañar, El Tambo y Suscal, de la provincia del Cañar, es muy común observar, en los sectores urbanos, pequeñas tiendas donde sobresalen los colores vivos de las indumentaria del hombre y la mujer cañari.

Flor Quito, de 27 años, trabaja en “Artesanías Sisa”, ubicada a pocos pasos de la estación del ferrocarril, en el cantón El Tambo, local donde los colores y los bordados se imponen. Ahí, decenas de polleras penden de las paredes del pequeño cuarto utilizado como tienda, desde hace dos años.

También se exhiben blusas bordadas, polleras “modernas” (prensadas y más largas), collares, pulseras, aretes, fajas, bolsos, camisas y ponchos para hombre y otras prendas que son parte de la vestimenta del hombre y la mujer cañarí.

Flor Quito relata que gran parte de las prendas de vestir fueron confeccionadas con tela traída desde Otavalo y otras, a base de lana de borrego, la cual se obtiene luego de trasquilar, lavar, hilar y tinturar, con procedimientos naturales.

El bordado de las prendas antes se realizaba a mano ahora se hace de forma computarizada: “mandamos el diseño de la computadora a la máquina y solita va bordando”, explica. Prendas como las fajas y los ponchos se confeccionan en los telares.

Comenta que vestir a mujer cañarí cuesta así: una pollera de paño, 90 dólares; la blusa bordada, 45 dólares; una guashcarina (pañolón), 35 dólares, y el collar de piedras, de 35 a 40 dólares, igual valor los aretes; y las sandalias, entre 20 y 28 dólares.

La joven comenta que “preservar las tradiciones en la vestimenta es difícil, porque las mujeres de hoy prefieren vestir de pantalón, hacerse la permanente o pintarse el pelo”; pero a pesar de ello, dice, no va a dejar morir una costumbre ancestral de vestir con ropa artesanal y forjada a base de lo que provee la naturaleza, como la lana de borrego y las plantas para darle color, como la mora y el limón.

Labores como esquilar, lavar, hilar, teñir, y tejer están generalmente a cargo de las mujeres, quienes están decididas a fortalecer su identidad, no sólo con la ropa, que de por sí las define, sino con su trabajo y su deseo de superarse, si es posible saliendo de su entorno, para expandirse por el mundo sin dejar de ser “ellas”, dice Flor Quito. (I)

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