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Avenida de la Virgen: patrimonio intangible y edificado

av-virgenLos domingos, días de oficios religiosos y los sábados, días de feria, hay más afluencia de gente que transita por las veredas estrechas que resguardan el empedrado de la Avenida de La Virgen, una de las vías que conduce al Santuario Franciscano, en la ciudad de Azogues.

Un pequeño tramo de esta conocida avenida tiene dos carriles y en el medio un parterre, el resto, es una sola calle cuyo ancho limita con las paredes de las casas antiguas hechas de piedra, bahareque y tejas, algunas de una sola planta, que conservan una arquitectura popular.

Parte de las veredas fueron construidas con piedra de la cantera del cerro Abuga, misma que también fue empleada en la edificación de la iglesia y, según refiere la historia, trabajadas en el sitio mismo, lo que contribuye a la riqueza histórica del lugar.

La longitud de esta vía es de aproximadamente 600 metros, desde la calle Emilio Abad hasta la 3 de Noviembre. Su corto trayecto es recorrido cada 1 de Enero y 31 de Mayo, por miles de feligreses que vienen desde diferentes sectores del país a participar en las procesiones en honor a la Virgen de la Nube, que se venera en el Santuario Franciscano.

En varias de las edificaciones aledañas a esta avenida hay locales comerciales, la mayoría de éstos son pequeños emprendimientos familiares dedicados a actividades artesanales como la confección de polleras y el arreglo de sombreros de paja toquilla y de paño.

También hay un local de cómputo y pequeñas tiendas de donde escapa el olor a papas fritas, que se esparce en ese complejo de casas y calle empedrada, de tradición e historia, que forma parte del patrimonio urbano y cultural de Azogues.

La restauración de las fachadas de los inmuebles, la recuperación de la calle y veredas, la implementación de mejor iluminación, forma parte de un proyecto del Municipio de Azogues para habilitar un corredor turístico hacia el Santuario Franciscano.

El aporte de los artesanos

Durante el día, las puertas de los locales de algunas de las casas antiguas permanecen abiertas de par en par, a la espera de que algún cliente atraviese el umbral por curiosidad o para retirar una pollera, un sombrero o un par de zapatos que mandó a componer o, simplemente, a saludar a quienes con amabilidad atienden estos lugares, pero que según dijeron sus propietarios, poco a poco están siendo olvidados.

Más de diez locales donde se realizan actividades artesanales operan en la Avenida de la Virgen. Silvia Illescas, de 32 años, es propietaria de un taller de costura, donde arregla y confecciona polleras.

Explica que las polleras que son muy utilizadas para los bailes típicos y que algunas mujeres las llevan dentro de otra, son conocidas como “centro” y son confeccionadas de terciopelo con bordados de diferentes diseños en los bordes. Elaborar una de estas prendas dura dos días y bordarlas demora dos días más. Los diseños son varios, los más utilizados son de flores y de escudos del Ecuador.

Estas prendas cuestan entre 60 y 70 dólares. La tela se consigue en almacenes de la ciudad. Silvia tiene un hijo y dos sobrinos a su cargo; pero sus ingresos son bajos, alcanzan para pagar el arriendo del local y para la comida, según relata.

Esta opinión la comparte Manuel Suquinagua, de 56 años, quien desde muy joven aprendió a arreglar y a confeccionar zapatos. Dice que paga mensualmente por concepto de arriendo 70 dólares, valor que sabe, lo incrementarán el próximo año, “como ya es costumbre”, precisa.

Este artesano con precisión y paciencia confecciona una sandalia de color plateado, mientras recuerda los buenos tiempos de su oficio. Hoy se lamenta porque no tiene obras y las que algún día le encargaron permanecen en un estante, olvidadas.

Arreglo de sombreros

Luis Saquipulla, de 23 años, es el dueño del taller de sombreros que heredó de su padre. En el interior de este local, lo que llama la atención, a más de las decenas de sombreros de paja toquilla y paño que penden de las paredes, es un afiche promocional del Ministerio de Turismo con la imagen de su padre, Manuel Saquipulla, quien falleció hace poco.

Luis comenta que esta imagen ha dado la vuelta el mundo, dice que se siente orgulloso de haber sido el receptor de los conocimientos que tenia su padre pero no está convencido de querer continuar esta actividad porque no la considera rentable y por eso, ahora estudia por la noche.

“Ahora las mujeres se han hecho de vestido y pantalón y los hombres prefieren las gorras”, expresa Luis al hablar de sus clientes, quienes, según especifica, son personas adultas de los sectores aledaños de Azogues y Biblián. “Arreglar un sombrero tarda una semana: se lava, seca, engoma, horma, blanquea y plancha. Por todo esto se cobra entre 3 y 3, 50 dólares”, subraya.

En la Avenida de la Virgen los talleres artesanales se resisten a morir con el tiempo, es el esfuerzo de sus propietarios que los mantiene vigentes, aunque no con el misma esplendor de antes.

Hoy están en locales un poco grises, que denotan el paso del tiempo y la falta de recursos para invertir, a fin de mejorarlos y preservarlos como patrimonio intangible de la ciudad, para que no sólo sean atractivos, sino también rentables.

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